PRIMERA: La mamografía es la única prueba aceptada para el cribado de cáncer de mama. Aunque la ecografía mamaria nos ayuda a tener información de manera complementaria, sobre todo en mamas densas, por sí sola no es válida como única prueba para saber si tenemos o no un cáncer de mama ya que algunas manifestaciones del cáncer de mama como las microcalcificaciones pueden no verse en la ecografía.  Es la mamografía la técnica de imagen que sirve para el screening de mama y la única que ha demostrado disminuir la mortalidad por cáncer de mama.

SEGUNDA: La mamografía puede detectar cánceres de mama iniciales, antes de que se produzcan síntomas. Con la mamografía podemos detectar cánceres de mama de pequeño tamaño antes de que sean lo suficientemente grandes como para que los pueda palpar la paciente o el médico y antes de que puedan dar síntomas tal como salida de sangre por el pezón (telorrea).

TERCERA: Los cánceres detectados en una mamografía de cribado se acompañan de mejor pronóstico que los cánceres detectados por nódulo palpable u otros síntomas. Como es lógico, estos cánceres detectados en estadios más tempranos van a ser menos extensos y por tanto la enfermedad tendrá mejor pronóstico.

CUARTO: Los cánceres pequeños detectados en una mamografía de cribado permiten tratamientos menos agresivos. Cuanto más pequeño es el cáncer encontrado más probable es que se pueda realizar tumorectomías con preservación de la mama destacando además aquellos casos con enfermedad está localizada, donde la paciente no tiene que someterse a un tratamiento de quimioterapia.

QUINTO: La mamografía permite valorar la necesidad de otras pruebas complementarias. La información que nos aporta la mamografía es muchas veces sufriente sobre todo en mujeres postmenopáusicas que suelen tener las mamas grasas. Pero en mujeres jóvenes y perimenopaúsicas que aún tengan la mama densa, será una guía para decidir qué prueba diagnóstica o terapéutica se le debe realizar a la paciente.

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